Mira cómo se pasa la vida, tan callando...

El sonido de las campanadas que daba el reloj hacía que mis sesos rebotaran, lo que me proporcionaba incluso una mayor concentración que la que había tenido antes, porque a pesar de que llevaba unas cuantas noches sin dormir, aquel sonido me reconfortaba, me despejaba, me devolvía a mi ser usual. La cicatriz de mi brazo había estado haciendo de las suyas durante más de cinco días, y me había dirigido a la frontera entre los dos mundos para buscar aquella planta de la que una vez tuve oportunidad de leer en uno de los volúmenes de la Biblioteca Real de Espadas en el castillo. Era una planta de hojas parduscas, a la que hacían llamar "Néyer". y que contenía en su interior cualidades antisépticas e incluso anestésicas. No serviría para curar el brazo, pero al menos sería útil para hacer que decreciese el ardor que recorría su brazo al completo, desde el hombro hasta la punta de sus dedos.

Cerré los ojos cuando el viento se comió todo mi rostro vorazmente, y escuché lo que decía con voz grave. Eran tiempos de cambio y me esperaban grandes sorpresas. Sorpresas buenas y malas que no podría conocer hasta que el destino decidiese mostrármelas. Sonreí para mí mismo, olvidándome por unos instantes del dolor. El futuro era algo tan...intrigante que no podía más que producirme incluso mayor interés que el que ya había tenido por averiguar cuál era la esencia que movía el tiempo, cuál era el veradero flujo que erosionaba la concepción de temporalidad del hombre, porque cada uno sentía el tiempo de forma distinta...¿O simplemente no existía?

No lo sabía. Por eso, y porque mi alma necesitaba descanso, estaba por la noche sentado a los pies de la Torre del Reloj, mascando una de esas asquerosas hojas mientras esperaba a que comenzasen a hacer efecto en mi organismo.

-Tan! Tan! Tan!- exclamaba imitando las ruidosas campanadas de la torre del reloj –A que vine?- preguntaba en voz alta a mí misma mientras caminaba descalza sobre el césped cercano a la gr atore. Empecé a caminar bordeando la gran columna mientras seguían sonando las campanadas, las sentía lejanas quizá solo sonaban en mi mente.

Mientras caminaba dando pasos exageradamente largos una brisa fuerte movió mis morados/azules cabellos y mi vestido verde manzana, no pude evitar reír infantilmente y dar vueltas sintiendo la brisa helada acariciar mi piel igualmente helada.

Fue en esas vueltas que vi una silueta sentada a los pies de la torre, me volvi incorpórea para que no pudiera verme y me acerque a observarlo más detenidamente, cn una sonrisa en mis labios y un brillo malévolo en mis ojos.

-Así que come Néyer… está herido o más loco que yo- sonreí con malicia y pasee de un lado a otro frete a él, claro no me veía ya que había perdido mi forma física –si no me equivoco esa plantita producía ilusiones…. O era la otra de hojas fucsias?... creo que era la otra- pensaba detenidamente y me detuve observando detenidamente al hombre… que realmente se veía joven, serio, intrigante, misterioso, el prototipo de tipo cool, arrogante y antisocial, me encantaba jugar con la paciencia de ese tipo de chicos; comencé a bajar lentamente la temperatura del lugar, de forma imperceptible pero luego de unos minutos ya se notaba el frio casi extremo, el viento soplo más fuerte, eso me ayudo bastante para crear un ambiente tétrico y desolado…. Me aleje de él y me tire al suelo con la apariencia más frágil que pude adoptar, me volví corpórea lo suficientemente lejos para que no notara que aparecí de la nada y lo suficientemente cerca para que me escuchara, hice que mi forma física estuviera cubierta de sangre, algo que no solía hacer pero no me era difícil realizarlo, desordene mis cabellos, rompí un poco el vestido, tan solo un poco, ojitos cristalinos, y listo los ingredientes perfectos para parecer una pequeña con grandes problemas y heridas.

-Ayuda…..- dije en un hilito de voz, alto para que me escuchara, desesperado para que se preocupara, débil para que acudiera e inocente para que confiara, solo debía esperar a que cayera en mi juego y seguir pidiendo la ayuda del único ser que se encontraba próximo, él.

Una voz débil, conducida probablemente por la pequeña brisa que poblaba el lugar, llegó hasta mis oídos y no pude cuanto menos ignorarla, porque parecía provenir de una pequeña niñita. Me levanté con un quejido porque ante mi descuido para erguirme me apoyé con el brazo de la cicatriz sobre mi rodilla. Cerrando los ojos por el dolor, me moví hacia el foco de aquella voz. Entonces, para mi sorpresa, hallé a una chiquilla, como había podido adivinar por la voz, completamente cubierta de sangre. En un primer momento, me afectó la imagen, pero después me resultó sospechoso, ya que no había escuchado ningún sonido de batalla o persecuciones cerca y por lo que tenía entendido no se habían producido recientemente violaciones ni intentos de asesinato en la frontera de ambos mundos. Guardé para mí mismo mis pensamientos, manteniéndolos siempre presentes, pero sin obviar que aquella muchacha tal vez podría estar enferma de verdad. Ya que nos encontrábamos a cierta altura, me moví unos cuantos metros más a la izquierda y con una tela que guardaba en uno de mis bolsillos, tomé un poco de nieve. Cuando regresé, me acuclillé a su lado.

-Pondré nieve sobre el lugar donde tengas la herida. Si no puedes caminar, permanece aquí tumbada. Iré al pueblo más cercano a pedir ayuda. Si la sangre no se detiene, presiona fuertemente con este paño frío sobre la herida.- comencé a buscar con los ojos la parte del cuerpo que estuviera más ensangrentada. Todo estaba cubierto de sangre por igual, y me pareció extraño que así fuera. ¿Un señuelo?...Para no levantar sospechas, coloqué la nieve sobre su vientre, para disimular. Sin embargo, me levanté, y una vez estuve bien erguido, extraje de mi cinturón una daga muy afilada, y giré sobre mí mismo, esperando a que alguien me asaltara, con la respiración entrecortada, y después me giré rápidamente hacia la muchacha, y la apunté con la daga.- ¿Quién te ha enviado? Habla.

El joven se acercaba, antes que me viera sonreí con malicia, pero cuando ya estaba próximo volví a tener esa expresión desesperada, saco una tela -vendas?- pensé mirando como la mojaba con la nieve y buscaba mi herida para cubrirla -Mierda!- exclamé en mi mente, ya que sabía que no encontraría herida alguna y mi teatro se iría a carajo, pero no perdí mi expresión triste y asustada y luego lo escuche hablar -Maldición! no pensé que reaccionaria de esta forma!- maldije para mis adentros mientras buscaba una salida rápida a la situación -No... no me deje sola... tengo miedo... eso... eso me atacara de nuevo....- dije con voz trémula, llena de terror y pánico.

Sin embargo todo dio un giro extraño y retorcido, ahora más asustado parecía el pelinegro, no se creyó mi teatro desde el inicio, o bien ya había pasado por una situación similar, ahora la duda era si insistir con mi teatro de niña herida, o decirle la verdad y asustarlo enserio...

Lo mire inexpresiva por un rato debatiéndome entre los caminos a seguir....

-...Yo... no se de que habla.... estoy sola... tengo miedo... no!.. no me mate!- dije al inicio lentamente, insegura pero conforme hablaba iba subiendo el tono de mi voz, hasta que prácticamente gritaba, mostraba estar aterrada, y lo observe suplicante, con los ojos cristalinos, lo observe fijamente para ver que hacia, después de todo si intentaba matarme no pasaría nada malo.

OFF: perdona la demora!! T^T!!! no tengo excusas ni nada, solo digo perdon!! T^T!!