Tablero de Ajedrez -Priv/Arya-

Costaba mucho moverse sin sentir una ligera punzada de dolor. Los golpes que le había proporcionado aquel ambicioso Capitán de Corazones era algo que, el canido, recordaría por bastante tiempo. Por la apuñalada recibida en el lado diestro de su torso, ni se quejaba, sabiendo claro quien había sido la autora de tal acto.

Aunque no debería, el General de la armada volvió a sus deberes despues de poco tiempo de haber sido capturado por varios soldados de corazones mientras él y un pequeño grupo se encaminaban hasta espadas. Afortunadamente, por irónico que pareciera aquello no había dado hincapié a algo mucho mayor y desastroso “Una declaración de guerra” fue lo que la reina de rojo menciono en aquella celda.

Las cosas estaban por empeorar, la relación política entre diamantes y corazones parecía ir peor día con día. Suspiró pesadamente. Recibió una pequeña nota, el canido se sorprendió al ver al remitente (y por otra parte se decepcionó pues creyó seria cierta azabaches) La princesa Arya Cawley. Caminó hasta el jardín en donde, se percató yacía la alta figura de la mujer rubia, al reconocerle, simplemente llevó la diestra hasta su hombro izquierdo y con cuidado debido a las heridas, se inclinó hacia adelante, haciendo una reverencia.

-¿Quería verme, señorita Cawley?.-